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Dibujo de Grau Bassas |
Caminando
por los senderos de la Caldera de Tirajana había oído hablar en varias ocasiones de Las Pilas de los Canarios. La gente señalaba un
solapón situado en un imponente risco llamado El Campanario (segunda
altura de la isla que esta al lado del Pico de las Nieves) sin que
nadie pudiera concretarme la manera de acceder al mismo: “es muy
difícil llegar allí” es lo mas que les pude sonsacar.
De
todas maneras habían picado mi curiosidad y con la complicidad de un
amigo estuvimos buscando información hasta que encontramos un texto de Victor Grau Bassas, donde
hacia una peculiar descripción del lugar y las vicisitudes para
llegar al mismo, fechado el 6 de mayo de 1886:
"Después de mucho buscar un pastor me dice que en el Alto del Campanario había unas pilas, y preguntándole por qué lo llamaban así, me dijo que allí tuvieron los canarios una Iglesia. Desde el punto que me dio esta noticia el pastor, J. Monzón, al Alto del Campanario hay medio día de camino, pues se sube La Plata, operación que hice a las seis de la mañana, y caminamos hacia el Este gran parte de la Cumbre, llegándose a caballo hasta la orilla del Risco."
"El guía me señaló el sitio por donde únicamente se podía entrar, y a no ser el compromiso contraído, yo no me aventuro en tales precipicios."
Con unas escasas y flojas referencias geográficas decidimos ir a visitar las Pilas de los Canarios. Anduvimos dos días buscando el acceso sin éxito y no fue hasta el tercer intento cuando dimos con la entrada, tal y como la describió Grau Bassas:
"Antiguamente existió un camino hábilmente construido en aquellas rocas con piedras y maderas, que hoy han desaparecido, de modo que fue necesario bajar atado a una altura de 4 a 5 metros, y después, unas veces por el antiguo camino, otras trepando o bajando a gata, se llega al santuario, que es un solapón que tendrá de 10 a 15 metros de alto, mirando al S.E. con dos explanadas oblicuas formando un ángulo obtuso."
Mi amigo me había dicho que tenía una buena cuerda y quedó encargado de llevarla. Cuando sacó de la mochila su soga de... ¡esparto! mas vieja que Matusalén casi me da un ataque de risa.
El primer desnivel de unos cuatro metros no era peligroso pero si mal amañado, lo salvamos con la ayuda de los garrotes. Luego descendimos por una pequeña vereda hasta un anden muy estrecho que daba a "tales precipicios" por lo que había que andar con mucho tiento. Después ascendimos garrapatiando, con cuidado, por un caidero de agua empinado, de escalones lisos, hasta que llegamos, temblando de la emoción, a una estrecha plataforma donde se encontraban las pilas o cazoletas. Eran cinco, realizadas con gran precisión, tres circulares y dos elípticas unidas por un canal. (Siempre me ha resultado muy llamativa la forma elíptica de las cazoletas en los almogarenes que he visto).
El solapón es un lugar fascinante y la panorámica de toda la Caldera de Tirajana es verdaderamente espectacular.
Les puedo asegurar que no recuerdo en mucho tiempo una sensación tan emocionante como la de ese día y de no ser por la gran curiosidad que despertó en mi ese sitio " yo no me aventuro por tales precipicios."
"Después de mucho buscar un pastor me dice que en el Alto del Campanario había unas pilas, y preguntándole por qué lo llamaban así, me dijo que allí tuvieron los canarios una Iglesia. Desde el punto que me dio esta noticia el pastor, J. Monzón, al Alto del Campanario hay medio día de camino, pues se sube La Plata, operación que hice a las seis de la mañana, y caminamos hacia el Este gran parte de la Cumbre, llegándose a caballo hasta la orilla del Risco."
"El guía me señaló el sitio por donde únicamente se podía entrar, y a no ser el compromiso contraído, yo no me aventuro en tales precipicios."
Con unas escasas y flojas referencias geográficas decidimos ir a visitar las Pilas de los Canarios. Anduvimos dos días buscando el acceso sin éxito y no fue hasta el tercer intento cuando dimos con la entrada, tal y como la describió Grau Bassas:
"Antiguamente existió un camino hábilmente construido en aquellas rocas con piedras y maderas, que hoy han desaparecido, de modo que fue necesario bajar atado a una altura de 4 a 5 metros, y después, unas veces por el antiguo camino, otras trepando o bajando a gata, se llega al santuario, que es un solapón que tendrá de 10 a 15 metros de alto, mirando al S.E. con dos explanadas oblicuas formando un ángulo obtuso."
Mi amigo me había dicho que tenía una buena cuerda y quedó encargado de llevarla. Cuando sacó de la mochila su soga de... ¡esparto! mas vieja que Matusalén casi me da un ataque de risa.
El primer desnivel de unos cuatro metros no era peligroso pero si mal amañado, lo salvamos con la ayuda de los garrotes. Luego descendimos por una pequeña vereda hasta un anden muy estrecho que daba a "tales precipicios" por lo que había que andar con mucho tiento. Después ascendimos garrapatiando, con cuidado, por un caidero de agua empinado, de escalones lisos, hasta que llegamos, temblando de la emoción, a una estrecha plataforma donde se encontraban las pilas o cazoletas. Eran cinco, realizadas con gran precisión, tres circulares y dos elípticas unidas por un canal. (Siempre me ha resultado muy llamativa la forma elíptica de las cazoletas en los almogarenes que he visto).
El solapón es un lugar fascinante y la panorámica de toda la Caldera de Tirajana es verdaderamente espectacular.
Les puedo asegurar que no recuerdo en mucho tiempo una sensación tan emocionante como la de ese día y de no ser por la gran curiosidad que despertó en mi ese sitio " yo no me aventuro por tales precipicios."
tu riete que gracias a la soga de esparto saliste de allí!
ResponderEliminarja, ja, jaaaa. Cierto y menuda "jumacera" echaba la soga al rozar con el risco. Ja, ja, jajaja.
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